El terror de Chernobyl

Como al parecer todo el mundo, he acabado de ver la nueva serie de HBO del momento. No hablo de Juego de Tronos, mejor olvidar el final, sino de Chernobyl. Como bien indica el propio nombre, la serie relata en 5 episodios el desastre nuclear que ocurrió en Ucrania el año 1986. Sí, es una serie basada en los hechos reales, muy fidedigna, pero no aburre al espectador con incontables explicaciones sobre lo que pasó entre escena y escena.

Si algo he de encomendar sobre esta serie, es la madurez con la que trata los catastróficos hechos de Chernobyl. Estoy seguro que la tentación de llenar los capítulos con imágenes morbosas de víctimas irradiadas cuya piel se funde cual barra de chocolate al baño maría era muy grande, pero los productores han sabido controlarse y centrar la trama donde verdaderamente merece la pena; la corrupción del sistema político soviético.

Sí, aun teniendo sobre el plato una catástrofe nuclear, la trama de Chernobyl gira alrededor de las causas del accidente y no de sus consecuencias. Por supuesto que la radiación tiene su papel en el guión, pero cualquier director hubiera llenado los 50 minutos de cada episodio con víctimas despellejadas por la radiación. Yendo al grano, la serie pinta a la perfección el sistema político de la unión soviética. Todas las jerarquías de la sociedad están dominadas por políticos incompetentes puestos a dedo que antes eran simples obreros. Éstos se preocupan más por mantener contento al comité central y sus arbitrarias cuotas que por hacer un buen trabajo. Uno de estos politicuchos es asignado para gestionar la crisis y toma el papel de protagonista junto a un científico nuclear. Este político, llamado Boris Shcherbina, es la puerta hacia el siniestro mundo de la política soviética y, a mi parecer, el mejor personaje de la serie.

Boris empieza como todos los otros políticos, con un sentido del patriotismo exagerado y un respeto a la URSS desmesurado, cuasireligioso. El incidente de Chernobyl no era nada grave para él, prefería seguir formando parte de la ignorancia colectiva inducida por temor a quedar mal en mitad de una guerra fría que estaban perdiendo. Pero su visita a la central le obligó a cambiar su perspectiva y a tomarse el asunto con toda la seriedad necesaria. Por primera vez en su carrera política se preocupó de verdad por el futuro de la gente sobre la que gobernaba. Se percata de la terrible opresión política a la que todos están sujetos y le abre los ojos. Era el sistema el que había causado tal mortal accidente.

Por eso valoro tanto esta serie. El personaje de Boris retrata el estúpido autoritarismo y el miedo de todo el mundo a las represalias de un sistema más preocupado en servir a la idea del Socialismo que a la gente. Los personajes son vigilados constantemente por agentes de la KGB e incluso Boris mantiene conversaciones confidenciales fuera de sus habitaciones por miedo a posibles micrófonos que podrían delatarlos. Así era la URSS, si podías manchar su nombre de cualquier manera, eras objetivo de vigilancia constante con la posibilidad de ser asesinado bailando sobre tu cabeza cual espada de Damocles.

Resumiendo, la serie hace un muy trabajo a la hora de explicar conceptos de física nuclear. Muestra el horror de la radiación mediante la cinematografía sin recurrir al morbo puro y duro (la escena de los niños jugando con las cenizas radioactivas del incendio sobre el puente como si nada es escalofriante). El dolor humano no pasa desapercibido y la gravedad del accidente nunca es tomada a la ligera. Hay un ambiente funesto que se mantiene durante toda la serie sin llegar al melodrama.

Muy recomendada.

Puntuación: 8/10

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